No hay nada más bonito que ver la ilusión en los ojos de un niño y, sin duda, uno de los momentos del año donde se hace más evidente es en Navidad, con la visita de Papá Noel y con la llegada de los Reyes Magos en enero. En esta época se crea un ambiente de alegría, ilusión, y de compartir que es mágico.
Las fiestas navideñas son una época para recuperar la calma, encontrar momentos para disfrutar en familia y conectar de nuevo. La Navidad nos aporta un marco perfecto para fortalecer el pensamiento mágico en los niños y, por qué no, conectarnos con el niño que un día fuimos.
Predicar con el ejemplo es muy efectivo para trasladar esa ilusión por la Navidad. Si tu hijo ve en casa que preparáis con ilusión los adornos navideños para decorar la casa y poner el árbol; que os gusta poner villancicos y canciones navideñas de diferentes cantantes o que decoráis la mesa con manteles, servilletas… será más fácil trasladarle esa magia.
En Nemomarlin, creemos que la Navidad es mucho más que regalos. Es una oportunidad para fortalecer el vínculo afectivo con nuestros hijos, cultivar su pensamiento mágico, fomentar valores y, al mismo tiempo, mantener la calma necesaria para que disfruten sin sobreestimulación.
El pensamiento mágico: la base de la ilusión en Navidad
El pensamiento mágico, que se da aproximadamente entre los dos y los siete años, hace que los más pequeños no sean capaces de diferenciar lo que sucede en la realidad y en su imaginación. Si ellos han imaginado algo, lo contarán como si fuese real. Ese pensamiento es el que hace que esta época se llene de magia ante la idea de que Papá Noel o los Reyes nos visiten por la noche.
A partir de los ocho años comienzan a razonar de un modo mucho más realista. Por eso, es normal que empiecen a hacer preguntas y a sospechar que algo no cuadra con su forma más madura de entender el mundo. Al mismo tiempo, surgen argumentos que desmienten sus propias incertidumbres porque, en el fondo, no queremos dejar de creer en la magia de la Navidad.
Seamos cómplices para que nuestros hijos disfruten, sigan confiando en que los sueños se pueden cumplir y ayudemos, con nuestra mano invisible, a que eso sea posible. Y cuando sean más mayores y su curiosidad y razonamiento les haga no conformarse con creer, sin más, invítales a que sean cómplices para mantener la ilusión de sus hermanos y otros miembros de la familia.
Cómo fomentar la calma infantil durante la Navidad
Para mantener la calma y la ilusión de los niños en Navidad, es fundamental encontrar un equilibrio entre la emoción de las fiestas y el mantenimiento de rutinas tranquilas, evitando la sobreestimulación.
Fomentar la Calma:
- Mantener rutinas: En la medida de lo posible, respeten los horarios de sueño y comidas. La pérdida de rutinas contribuye a que los niños estén más nerviosos.
- Limitar los compromisos: Eviten llenar la agenda con demasiados eventos sociales. Es preferible elegir algunas actividades significativas y disfrutar del tiempo en casa con calma.
- Involucrarles en la planificación: Permitan que los niños participen en la toma de decisiones sobre qué actividades realizar, lo que les da cierto control y reduce la ansiedad.
- Tiempo de inactividad: Asegúrense de dejar espacios de tiempo libre no estructurado para que jueguen tranquilamente, se aburran y se relajen.
- Actividades de mindfulness: Incorporen momentos de relajación o meditación guiada con temática navideña, como la «respiración con estrellas», para ayudarles a conectar con su cuerpo y calmarse.
- Reducir las pantallas: Limiten el acceso excesivo a pantallas, ya que la estimulación visual y auditiva puede aumentar su nivel de excitación.
Cómo mantener viva la ilusión infantil en Navidad
Más allá de los regalos, la ilusión navideña se alimenta de tradiciones, historias, juegos compartidos y pequeños rituales familiares.
Mantener la Ilusión:
- Centrarse en la magia y las tradiciones: Rescaten tradiciones familiares como cantar villancicos, contar historias navideñas o hacer manualidades. Estas actividades fomentan el vínculo emocional y la anticipación.
- Actividades creativas: Realicen juntos decoraciones navideñas, preparen recetas simples o escriban la carta a Papá Noel o los Reyes Magos. El proceso es tan importante como el resultado.
- El valor de los regalos: Gestionen el número de regalos para evitar la sobreestimulación, que puede hacer que pierdan la ilusión y no valoren cada obsequio. Fomenten el valor de los regalos hechos a mano o compartan la experiencia de regalar a otros.
- Experiencias sobre cosas materiales: Prioricen las experiencias compartidas, como una noche de cine navideño con chocolate caliente, sobre la acumulación de bienes materiales.
- Fomentar la generosidad: Involucren a los niños en acciones solidarias, como donar juguetes o preparar paquetes para los más necesitados. Esto cultiva el espíritu navideño de dar y compartir.
- Juegos en familia: Organicen juegos de mesa, adivinanzas o un Pictionary navideño para disfrutar juntos y reír, lo cual reduce el estrés y crea recuerdos felices.
La importancia de predicar con el ejemplo
Los niños aprenden lo que ven. Si en casa se vive la Navidad con entusiasmo, cuidado en los detalles y conexión emocional, es más fácil transmitir esa magia.
Cantar villancicos, preparar la mesa con ilusión o contar cómo vivíamos la Navidad de pequeños son gestos sencillos que alimentan el asombro y el vínculo.
Conclusión
La magia de la Navidad en la infancia no está en los grandes eventos ni en los regalos más caros. Está en los ojos que brillan, en la risa compartida, en el cuento antes de dormir y en ese abrazo que dice: “estamos juntos y esta época es especial”.
En Nemomarlin, apostamos por una Navidad donde la ilusión se construye desde el juego, la calma y el afecto. Porque la magia no está en los regalos… está en lo que sentimos cuando los vivimos juntos. Sara Navarro Fernández – Directora Nemomarlin Cuatro Caminos